por Frey Alejandro Español Rairàn
El pasado sábado 27 y domingo 28 de octubre el Laboratorio
DobleYo se dividió, un grupo fue a San Agustín a continuar o en algunos casos a
concluir con su trabajo allí, en el parque arqueológico y áreas de influencia y
otro grupo fuimos a Neiva, al edificio de artes de la Universidad
Surcolombiana. Sobre esta experiencia me gustaría señalar tres aspectos que me
parecen importantes para continuar con la reflexión sobre los procesos de
creación al interior del Laboratorio: 1) la falta de compromiso de algunos
creadores con sus propias propuestas, y más aún, con la responsabilidad que
estas reportan, 2) el estigma de terrorismo que pesa sobre las acciones que se
realizan en un contexto institucional, y 3)
La radicalidad o flexibilidad en el carácter político que tienen las
obras.
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En Neiva nos encontramos algunos creadores y como parte de
un taller de dibujo e intervención a espacios públicos, el artista Danilo
Hurtado recordaba como en diferentes lugares del municipio de San Agustín había
letreros que mostraban, por ejemplo una iglesia, un paisaje del estrecho del
magdalena y decían “San Agustín no es solamente esto”, haciendo referencia a la
diversidad cultural y de “planes” como la principal riqueza de la región. Esto de la riqueza por la diversidad me hace
pensar en los procesos de creación hiperdiversos donde, por ejemplo, un
artista, un día propone hacer un taller con una comunidad y al día siguiente
procede a invitar a integrantes de dicha
comunidad a participar de su propuesta y cuando llega el gran día en el que va
a llevar a cabo su propuesta, se disculpa y simplemente emprende un nuevo
proyecto creativo. No sabemos si la expectativa sobre un nuevo proyecto logrará
sobreponerse a la desilusión de un proyecto emprendido y abandonado, pero más allá
de esta desilusión que sobre todo es individual, esta la falta de ética en un
proceso creativo; en este punto recuerdo que desde el colegio una querida
profesora de dibujo me repetía que era el creador el que tenía que cargar con
una gran responsabilidad, ya que lo que detone su creación en un hipotético
espectador, es su valía, pero también es su culpa.
En un proceso colectivo como es el laboratorio, y como es, en mi opinión, todo proceso creativo, es necesario depositar una confianza en el otro como creador. Es como una apuesta a lo desconocido, en esa medida si algún integrante de nuestro laboratorio emprende una rica diversidad de propuestas, pero no procede con ninguna, más que una simple desilusión individual, es una derrota colectiva. Afortunadamente, así como ha habido propuestas que quedan en el aire hay también quien las combina, las amarra a otras propuestas y dicha derrota se mitiga, por ejemplo, el taller propuesto por Edison Garzón para el municipio de San Agustín, a pesar de que no se pudo realizar, éste fue parcialmente reemplazado por el taller propuesto por Leonardo Ortiz, quien tomó elementos de la propuesta de Garzón y las incorporó a su propuesta, con el fin de responder a la expectativa generada.
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En San Agustín el artista Ramiro Losada realizó continuo con
una acción que había iniciado desde que salió de Neiva en su moto. Colocar
letreros de “SE VENDE” y con megáfono en mano, promocionar la hipotética
transacción de venta del territorio, del paisaje, y al llegar a San Agustín la
venta también del patrimonio.
Esta acción es muy controvertida y puede verse desde varios
puntos de vista, no obstante quiero referirme a la reacción de los guardas y
administrador del parque, que interrumpieron la acción, se comunicaron con sus
superiores hasta que en menos de dos horas, la acción estaba siendo censurada
por el director del ICANH, quien amenazó con interponer una demanda si el
registro fotográfico de la acción se divulgaba en redes sociales. Por supuesto
que a primera vista esta acción puede entenderse como un ataque a la
institución ICANH, no obstante, esto de entender una propuesta de un artista
con un primer vistazo y más aún sin verlo, solo con lo que te cuentan por
teléfono es complicado y puede, como en este caso, dar lugar a malentendidos.
Antes de intentar un análisis más profundo de la obra de
Losada me gustaría señalar un tema, como lo importante no fue la obra, que fue
una acción de larga duración y que en el parque arqueológico duró solamente algunos
minutos, lo importante es que NO se podía seguir “disparando” con la cámara y
todo esto por la preocupación de ¿qué se va a hacer con estos registros?
Retomo esa imagen evocada por Danilo Hurtado “San Agustín no
es solamente ésto” y pienso que esa aparente diversidad y riqueza esconde
prejuicios que obligan a las instituciones como el ICANH, que promueven el
cuidado del patrimonio y la cultura a censurar otra forma de cultura que a
pesar de buscar lo mismo, el cuidado y la valoración del patrimonio, no
sintonice formalmente con sus políticas.
Finalmente debo aclarar que de este prejuicio, no se pasó
más allá de un simple mal entendido y que como escribió Violeta Ospina en
comunicación aclaratoria de la situación enviada al ICANH “la reacción de las autoridades del
Parque se centró en la captura de imágenes durante la acción, porque en vez de
ver esta como un simulacro, la vieron como una simulación
autorizada por el Parque. Sin embargo, es debido citar que nunca existió una simulación
de venta del patrimonio, de forma que no fueron convocadas en ningún caso
audiencias de posibles compradores y el artista no estaba investido de ningún
poder de venta real. Hay que aclarar la diferencia entre simulacro y
simulación que pueden darse durante un acto performativo. La simulación
de una acción dispone que exista un ejercicio de poder, es decir, que al
recinto hubiesen sido convocados terratenientes, hacendados o incluso posibles
compradores reales, este escenario habría investido de un poder, no otorgado, a
Ramiro, sobre los bienes públicos de la nación. La simulación es
hiperrealista, el simulacro es una capa de realidad que revela las
tensiones, las fuerzas de lo real. El simulacro, al contrario de la simulación,
permite hacer visibles los poderes en juego, pero no antepone un poder, sino
que dispone el terreno donde lo real se manifiesta y así mismo es por su
naturaleza, cae o se esfuma.”
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Según entiendo la obra de Ramiro criticaba la venta del
territorio para la realización de proyectos que atentan contra el medio
ambiente, por ejemplo la represa del Quimbo, pero también la obra apunta a
criticar las políticas de traslado de piezas arqueológicas del Huila a Bogotá,
como se señala en la Hoja de ruta del ICANH 2012.
En este último punto me gustaría señalar como propuestas
como la de Losada, surgidas desde el campo del arte, obviamente cuentan con un
carácter político, en algunos casos señalando directamente problemas y
situaciones, poner puntos de reflexión sobre hechos sociales, etc. Es decir lo
importante es generar discusiones que permitan visibilizar e incluso movilizar
diferentes actores y agentes culturales partícipes
del campo.
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