lunes, 5 de noviembre de 2012

San Agustín no es solamente ésto

por Frey Alejandro Español Rairàn


El pasado sábado 27 y domingo 28 de octubre el Laboratorio DobleYo se dividió, un grupo fue a San Agustín a continuar o en algunos casos a concluir con su trabajo allí, en el parque arqueológico y áreas de influencia y otro grupo fuimos a Neiva, al edificio de artes de la Universidad Surcolombiana. Sobre esta experiencia me gustaría señalar tres aspectos que me parecen importantes para continuar con la reflexión sobre los procesos de creación al interior del Laboratorio: 1) la falta de compromiso de algunos creadores con sus propias propuestas, y más aún, con la responsabilidad que estas reportan, 2) el estigma de terrorismo que pesa sobre las acciones que se realizan en un contexto institucional, y 3)  La radicalidad o flexibilidad en el carácter político que tienen las obras.


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En Neiva nos encontramos algunos creadores y como parte de un taller de dibujo e intervención a espacios públicos, el artista Danilo Hurtado recordaba como en diferentes lugares del municipio de San Agustín había letreros que mostraban, por ejemplo una iglesia, un paisaje del estrecho del magdalena y decían “San Agustín no es solamente esto”, haciendo referencia a la diversidad cultural y de “planes” como la principal riqueza de la región.  Esto de la riqueza por la diversidad me hace pensar en los procesos de creación hiperdiversos donde, por ejemplo, un artista, un día propone hacer un taller con una comunidad y al día siguiente procede a invitar a  integrantes de dicha comunidad a participar de su propuesta y cuando llega el gran día en el que va a llevar a cabo su propuesta, se disculpa y simplemente emprende un nuevo proyecto creativo. No sabemos si la expectativa sobre un nuevo proyecto logrará sobreponerse a la desilusión de un proyecto emprendido y abandonado, pero más allá de esta desilusión que sobre todo es individual, esta la falta de ética en un proceso creativo; en este punto recuerdo que desde el colegio una querida profesora de dibujo me repetía que era el creador el que tenía que cargar con una gran responsabilidad, ya que lo que detone su creación en un hipotético espectador, es su valía, pero también es su culpa. 


































En un proceso colectivo como es el laboratorio, y como es, en mi opinión, todo proceso creativo, es necesario depositar una confianza en el otro como creador. Es como una apuesta a lo desconocido, en esa medida si algún integrante de nuestro laboratorio emprende una rica diversidad de propuestas, pero no procede con ninguna, más que una simple desilusión individual, es una derrota colectiva. Afortunadamente, así como ha habido propuestas que quedan en el aire hay también quien las combina, las amarra a otras propuestas y dicha derrota se mitiga, por ejemplo, el taller propuesto por Edison Garzón para el municipio de San Agustín, a pesar de que no se pudo realizar, éste fue parcialmente reemplazado por el taller propuesto por Leonardo Ortiz, quien tomó elementos de la propuesta de Garzón y las incorporó a su propuesta, con el fin de responder a la expectativa generada.


























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En San Agustín el artista Ramiro Losada realizó continuo con una acción que había iniciado desde que salió de Neiva en su moto. Colocar letreros de “SE VENDE” y con megáfono en mano, promocionar la hipotética transacción de venta del territorio, del paisaje, y al llegar a San Agustín la venta también del patrimonio.

Esta acción es muy controvertida y puede verse desde varios puntos de vista, no obstante quiero referirme a la reacción de los guardas y administrador del parque, que interrumpieron la acción, se comunicaron con sus superiores hasta que en menos de dos horas, la acción estaba siendo censurada por el director del ICANH, quien amenazó con interponer una demanda si el registro fotográfico de la acción se divulgaba en redes sociales. Por supuesto que a primera vista esta acción puede entenderse como un ataque a la institución ICANH, no obstante, esto de entender una propuesta de un artista con un primer vistazo y más aún sin verlo, solo con lo que te cuentan por teléfono es complicado y puede, como en este caso, dar lugar a malentendidos.

Antes de intentar un análisis más profundo de la obra de Losada me gustaría señalar un tema, como lo importante no fue la obra, que fue una acción de larga duración y que en el parque arqueológico duró solamente algunos minutos, lo importante es que NO se podía seguir “disparando” con la cámara y todo esto por la preocupación de ¿qué se va a hacer con estos registros?

Retomo esa imagen evocada por Danilo Hurtado “San Agustín no es solamente ésto” y pienso que esa aparente diversidad y riqueza esconde prejuicios que obligan a las instituciones como el ICANH, que promueven el cuidado del patrimonio y la cultura a censurar otra forma de cultura que a pesar de buscar lo mismo, el cuidado y la valoración del patrimonio, no sintonice formalmente con sus políticas.

Finalmente debo aclarar que de este prejuicio, no se pasó más allá de un simple mal entendido y que como escribió Violeta Ospina en comunicación aclaratoria de la situación enviada al ICANH la reacción de las autoridades del Parque se centró en la captura de imágenes durante la acción, porque en vez de ver esta como un simulacro, la vieron como una simulación autorizada por el Parque. Sin embargo, es debido citar que nunca existió una simulación de venta del patrimonio, de forma que no fueron convocadas en ningún caso audiencias de posibles compradores y el artista no estaba investido de ningún poder de venta real. Hay que aclarar la diferencia entre simulacro y simulación que pueden darse durante un acto performativo. La simulación de una acción dispone que exista un ejercicio de poder, es decir, que al recinto hubiesen sido convocados terratenientes, hacendados o incluso posibles compradores reales, este escenario habría investido de un poder, no otorgado, a Ramiro, sobre los bienes públicos de la nación. La simulación es hiperrealista, el simulacro es una capa de realidad que revela las tensiones, las fuerzas de lo real. El simulacro, al contrario de la simulación, permite hacer visibles los poderes en juego, pero no antepone un poder, sino que dispone el terreno donde lo real se manifiesta y así mismo es por su naturaleza, cae o se esfuma.”
























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Según entiendo la obra de Ramiro criticaba la venta del territorio para la realización de proyectos que atentan contra el medio ambiente, por ejemplo la represa del Quimbo, pero también la obra apunta a criticar las políticas de traslado de piezas arqueológicas del Huila a Bogotá, como se señala en la Hoja de ruta del ICANH 2012.

En este último punto me gustaría señalar como propuestas como la de Losada, surgidas desde el campo del arte, obviamente cuentan con un carácter político, en algunos casos señalando directamente problemas y situaciones, poner puntos de reflexión sobre hechos sociales, etc. Es decir lo importante es generar discusiones que permitan visibilizar e incluso movilizar diferentes actores  y agentes culturales partícipes del campo.