domingo, 21 de octubre de 2012

La creación de un cuerpo (colectivo) en San Agustín



























“Que el artista consiga sostenerse en pie por sí mismo es lo más difícil”
Mil Mesetas, Gilles Deleuze

“La joven conserva la pose que tenía hace cinco mil años, un ademán que ya no depende de lo que hizo. El aire conserva el movimiento, el soplo y la luz que tenía aquel día del año pasado, y ya no depende de quien lo inhalaba aquella mañana. El arte no conserva del mismo modo que la industria, que añade una sustancia para conseguir que la cosa dure. La cosa se ha vuelto desde el principio independiente de su «modelo», pero también lo es de los demás personajes eventuales, que son a su vez ellos mismos cosasartistas, personajes de pintura que respiran esta atmósfera de pintura. Del mismo modo que también es independiente del espectador o del oyente actuales, que no hacen más que sentirla a posteriori, si poseen la fuerza para ello. ¿Y el creador entonces? La cosa es independiente del creador, por la autoposición de lo creado que se conserva en sí. Lo que se conserva, la cosa o la obra de arte, es un bloque de sensaciones, es decir un compuesto de perceptos y de afectos.”
¿Qué es la filosofía? Gilles Deleuze


En una reunión de los coordinadores y líderes de Laboratorios de investigación creación de todo el país, el pasado viernes 12 de octubre de 2012 en Bogotá, un artista del Cauca resaltaba en su labor como coordinador del Laboratorio de su departamento, lo más importante la creación de afectos entre los participantes. Él sostenía que el punto de partida y el punto de llegada del trabajo en sí mismo era el afecto. Esto me pareció interesante al ponerlo de paralelo con la definición de arte que enuncia Gilles Deleuze en su libro Mil Mesetas: “[Arte: creación de afectos y perceptos]”. Entendiendo que los perceptos ya no son percepciones, son independientes de un estado de quienes los experimentan; y los afectos ya no son sentimientos o afecciones, desbordan la fuerza de aquellos que pasan por ellos. Las sensaciones, perceptos y afectos son seres que, valen por sí mismos y exceden cualquier vivencia. Están en la ausencia del hombre, cabe decir, porque el hombre, tal como ha sido tomado por la piedra, sobre el lienzo o a lo largo de palabras, es él mismo un compuesto de perceptos y de afectos. La obra de arte, para Delueze, es anterior al hombre mismo. Me interesa resaltar entonces esta creación de afectos, como la base de un trabajo de creación , entendiendo también que toda creación es resultado de un proceso colectivo, o al menos, un proceso dialéctico donde interviene más de una persona.

En las jornadas propuestas por el Laboratorio DobleYo para el sábado 13 y el domingo 14 de octubre de 2012, diecisiete personas viajamos, algunos desde Bogotá, otros desde Neiva hacia el municipio de San Agustín en el departamento del Huila, allí se unieron a un proceso de aproximación al espacio cuatro Vigías de Patrimonio de San Agustín, entre ellos Aníbal Ordoñez Policía de Turismo; También nos encontramos con el bibliotecario de la Casa de la Cultura y un agente (docente/artista) local Vilian Martínez.  Allí, todos, caminamos, comimos, conversamos, convivimos y así fuimos creando un cuerpo colectivo, un cuerpo de afectos y perceptos. 

Como parte de los pretextos para este encuentro, dos creadores Neiva realizaron cada uno sus propuestas que discutidas previamente fueron puestas en escena en diferentes espacios del área de influencia del Parque arqueológico de San Agustín. Además otro grupo de artistas llevaron a cabo propuestas sutiles de intervención que he bautizado como “micro-intervenciones” al mismo espacio.

Carlos Mauricio Calderón, estudiante de licenciatura en artes de la USCO, interesado en teatro y pedagogía, propone  intervenir en una discusión propuesta y liderada por los Vigías del Patrimonio, allí Carlos propone pensar la conservación y el aprecio del patrimonio desde los mitos, leyendas y la superstición. En medio de la conversación mientras se camina por el sitio patrimonial, de repente aparece un personaje disfrazado de indígena arengando sobre la importancia y el carácter “sagrado” del lugar. Luego silencioso acompaña al grupo en su recorrido, hace algunas improvisaciones corporales que parecen rituales y finalmente desaparece.  En diálogo posterior con el artista Ramiro Lozada, coordinador local del Laboratorio DobleYo, se referenció el parecido con otros lugares turísticos (por ejemplo Leticia, Amazonas) donde el imaginario sobre lo autóctono y lo indígena hace que los nativos se disfracen y hagan “funciones” de danzas tradicionales para que los turistas las vean.













 















Este trabajo sobre los imaginarios fue también abordado por Johan Abad Muñoz Adames, estudiante de Licenciatura en Artes de la USCO, quien formuló una estrategia de recolección de imaginarios sobre San Agustín, le pidió a personas de Neiva, que no conocían San Agustín, que imaginarán como podría ser dicho lugar y lo dibujaran. Luego ya en San Agustín, una parte del grupo realizó un viaje a caballo hacia el sitio montañoso conocido como La Chaquira, a orillas del estrecho del Río Magdalena,  Johan Abad ofreció su propio cuerpo como sustrato sobre el cual los participantes del laboratorio dibujaron libremente lo que quisieron. Al cabo de casi una hora de dibujo libre, Abad Muñoz le pidió a sus compañeros del Laboratorio que lo envolvieran, primero con plástico adherente Vinipelt y luego con cinta pegante trasparente. La propuesta con la cinta, generó una gran tensión sobre el cuerpo de Abad Muñoz y sobre la conciencia de peligro de los asistentes. Finalmente, se retiro la capa de cinta, desprendida como un cascarón trasparente, Johan Abad se sintió debilitado, se dio por terminada la acción, el grupo se dirigió hacia el sitio denominado “El Tablón”, allí, minutos después, Abad cayó al suelo paralizado por dolorosos calambres en una de sus piernas y en un brazo. La situación fue controlada, en El Tablón una mujer ofreció un agua de coca y reposo para Abad y él logro estabilizarse, una vez recuperado la mujer recomendó a Abad realizar una rutina básica de agradecimiento al lugar; un ritual en el que Abad abrazó a un árbol. 















 











En este punto me gustaría referirme a una conversación posterior con el artista Wilson Díaz, quién acompañó todo el proceso como integrante del Laboratorio. Díaz señaló el carácter ritual de toda la propuesta de Abad, desde el hípergeneroso ofrecimiento del cuerpo del artista para que otras personas lo manipularan cosificándolo, también la situación que se presentó posteriormente en el sitio El Tablón, con aquella mujer quien además se ofreció a leer el calendario maya a algunos integrantes del Laboratorio, hasta el lugar escogido, el sitio denominado La Chaquira, al cual se le han adjudicado imaginarios mágicos, por ejemplo sobre la piedra tallada que se encuentra en este lugar, se dice que es la representación de una mujer que mira hacia la rivera del río Magdalena con sus brazos en alto, rindiendo culto nacimiento del río en medio del monumental paisaje.

Abad Muñoz, desde su propuesta señaló un cuerpo que contiene imaginarios, lo que nos sigue sorprendiendo es la fuerza de esos imaginarios, que juegan con el disfraz y lo aparente pero que en ocasiones saltan hacia lo somático del dolor físico y parecen estar más allá del hombre, ya que fue el cuerpo de abad Muñoz el que fue intervenido en un proceso de creación colectiva, a través de una complicidad espontánea; de una solidaridad natural, se creó una red de afectos y perceptos que dio origen a un cuerpo colectivo, que como señaló Wilson Díaz, ese cuerpo se convirtió también en una trampa, ya que eso que al principio parecía tan inocente, con los dibujos recolectados por Abad y los dibujos de colores sobre su piel, asumió una corporeidad propia e insospechada de la cual fuimos partícipes todos los integrantes del Laboratorio, como escribió Deleuze, la creación fue independiente de su creador (o creadores), fue también independiente de su «modelo»; también fue independiente del espectador, que no hace más que sentirla a posteriori.  



Apéndice

Entre las micro-intervenciones que se presentarón en la jornada, está la del grupo de artistas y agentes conformado por, Sandra Patricia Barrios Castrillón, Nestor Emilio Maragua Pascuas y Wilson Díaz, quienes  recorrierón los sitios arqueológicos y área de influencia del parque arqueológico vestidos con camisetas que tenían un estampado que decía “Arqueólogo & Antropólogo, como los del  antes!” sentando una posición crítica frente a esta disciplina cuya tradición esta enraizada con el extractivismo decimonónico y la herencia del pensamiento colonial y exotista sobre lo indígena.

También la artista Violeta Ospina, en referencia a La Hoja de Ruta del ICANH, que plantea celebrar el centenario de investigaciones arqueológicas trasladando temporalmente algunas esculturas de San Agustín a Bogotá, en su recorrido por el área de influencia del parque arrastró un pequeño camioncito de juguete, que cargaba con una réplica a escala de una de las esculturas del parque.

En medio del recorrido comentado por Aníbal Ordoñez al parque arqueológico, se nos presentó una semilla colorante, llamada “Quinina” de color azul intenso (de ultramar), como las que fueron “descubiertas” en el proceso histórico llamado la conquista de América. Este afortunado encuentro nos permitió realizar dibujos rápidos en nuestras bitácoras y en nuestros cuerpos, imaginando el asombro que pudieron haber sentido los primeros occidentales al recorrer los espacios que nosotros recorríamos y como en la propuesta de Abad Muñoz, la forma en que estos antigüos viajeros registraron gráficamente sus visiones e imaginarios sobre un espacio desconocido. 


 

Frey Alejandro Español Rairán

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